A mediados de los cincuenta, el Ministerio de Información y Turismo del régimen de Franco diseñó una campaña publicitaria con la que se pretendía colocar en el mapa un país que comenzaba a salir de la autarquía. Ramón Masats fue uno de los encargados de fotografiar España y sus gentes. Durante una década, el fotógrafo barcelonés consiguió eludir la naturaleza propagandística del encargo y dedicó su incisiva mirada a desenmascarar los tópicos con los que la cultura oficial vendía los valores patrios, al tiempo que ofrecía un lenguaje propio, fuera del canon de belleza clásico y con una singular ironía que lo ha situado en la cima de la fotografía española.
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