La variedad de los pueblos españoles es una realidad -en temperamentos, en sentidos de la vida y hasta en razas, en sus aspectos de los modos de ser y de estar- pero eso no aconseja la creación de tribus bajo la especie de Estados o Gobiernos centralistas, dentro de la propia Comunidad Autónoma ni el producir un país con fronteras de todo orden entre unos y otros.
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