Las políticas de ¿seguridad nacional¿ de los gobiernos de los países occidentales y el proceso de mercantilización de los datos personales están convirtiendo a la sociedad de la información en una sociedad de la vigilancia, la clasificación y el control social. Uno de los colectivos que están siendo especialmente afectados por las políticas de ¿seguridad nacional¿ son los extranjeros. En España, por ejemplo, la ley de extranjería habilita el acceso de la policía a los datos de los extranjeros recogidos en los ficheros del Padrón Municipal de Habitantes. Por otra parte, la formación de un nuevo mercado de datos y la relevancia de éstos para el sistema de producción está provocando que la interferencia en la esfera personal deje de ser individual y casual para convertirse en sistemática y generalizada. En este contexto, un peligro nada irreal es la conversión de los datos genéticos humanos en una mercancía en manos de las empresas biotecnológicas. El desafío de la sociedad de la información pasa por conseguir que el ciudadano pueda definir y controlar su propia esfera privada, algo indispensable para actuar libremente en la esfera pública. El cambio de la secuencia ¿persona-información-secreto¿ por la de ¿persona-información-control¿ lleva a que el derecho a la intimidad salga de la esfera privada para convertirse en un elemento constitutivo de la ciudadanía.
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