RESUMEN Las benzodiacepinas (BZD) son medicamentos esenciales en el tratamiento de diferentes problemas de salud: en el Petitorio Nacional de Medicamentos de nuestro país figuran cinco de ellas autorizadas para administración oral o parenteral. Al inicio de su uso en la década de 1960, fueron prescritas de forma amplia e irrestricta; el desarrollo posterior de fenómenos de tolerancia y abstinencia desatados por su uso prolongado restringió enérgicamente su empleo, a veces por debajo de las reales necesidades clínicas. Aunque las BZD están incluidas en el grupo IV de sustancias controladas de la Agencia de Control de Drogas (DEA) de los Estados Unidos de América, se acepta que, en general, no son drogas primarias de abuso, y los fenómenos adictivos relacionados con su uso requieren factores adicionales de riesgo tales como comorbilidad con otras drogodependencias. Es necesario distinguir entre casos de “uso inapropiado” de las BZD y aquellos que presentan criterios de franca dependencia. De hecho, se han reportado pocos casos de uso inapropiado de BZD prescritas por vía parenteral. Se presenta y discute el de una mujer de 51 años que, por un tiempo prolongado, acudió a emergencia psiquiátrica debido a crisis de disforia y ansiedad (no de pánico), recibiendo en varias oportunidades inyecciones intravenosas de diazepam, al punto que empezó luego a acudir reiteradamente para exigir la medicación sin que fuera médicamente necesaria. Es conveniente, por lo tanto, que el profesional que prescriba BZD parenterales, lo haga cautelosamente a fin de prevenir un proceso adictivo que puede generar serias consecuencias.
SUMMARY Benzodiazepines (BZDs) are essential drugs used in the treatment of different health problems: Peru’s National Drug Petitionary lists five of them allowed for oral or parenteral administration. At the beginning in the 1960s, BZDs were widely and unrestrictedly prescribed; the subsequent development of tolerance and withdrawal phenomena, triggered by their prolonged use, led to drastic prescription restrictions, sometimes below the real clinical needs. Although BZDs are included in the Drug Enforcement Administration (DEA) group IV of controlled substances, it is accepted that, in general, they are not primary drugs of abuse, and the development of addictive phenomena only occurs in the presence of comorbidity with other drug addictions. It is necessary to distinguish between the “inappropriate use” or “misuse” of the BZDs and those cases that meet criteria of full dependence. There are few reported cases of inappropriate use of BZD prescribed by parenteral route. The case reported here is one of a 51-years-old woman who, over the course of several years, went to a psychiatric emergency service due to crisis of dysphoria and anxiety (but not a panic attack), and received on several occasions, intravenous injections of diazepam, to the point that later she used to go repeatedly to demand such medication, without being medically necessary. It is, therefore, important for the prescribing professional to use parenteral BZDs cautiously and carefully, in order to prevent an addictive process that can generate serious consequences.
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