Han querido entablar con ellos una de esas rivalidades históricas del mundo de los toros. Y el proyecto ideado en la mesa de cualquier despacho, al final puede que cuaje. Aunque en definitiva, como dice Espartaco, es el público quien crea la competencia entre dos toreros. Sólo el público. Y tiene que haber entre los dos rivales algo que los iguale -capacidad y experiencia-. Y a la vez, algo que los arrastre por caminos distintos. Lo cierto y verdad es que nada más verlos sientes su enorme diferencia: Espartaco es la pura imagen de la felicidad y el éxito. Joselito es la estampa de la soledad.
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