Se trata de una de esas raras veces en que desde el poder público se ha dicho un monumental "no" a la investigación científica. Para que el Consejo de Europa llegase a este punto, era preciso que las perspectivas de la ciencia -en este caso de la reproducción artificial- fuesen de pesadilla. Y, desde luego, lo eran: la eventual creación de hombres-mono inquieta ya a más de un investigador. Si no se consigue impedirlo, el "mundo feliz" de Huxley puede encontrarse a la vuelta del siglo.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados