Ayuda
Ir al contenido

Dialnet


La dimisión de Salmerón y la crisis del Ejército en 1873

    1. [1] Investigador independiente
  • Localización: Revista Universitaria de Historia Militar, ISSN-e 2254-6111, Vol. 12, Nº. 25, 2023 (Ejemplar dedicado a: Mujeres en guerras, perspectivas discursivas), págs. 151-175
  • Idioma: español
  • Títulos paralelos:
    • Nicolás Salmerón’s resignation and the 1873 army crisis
  • Enlaces
  • Resumen
    • español

      La asidua intromisión de las fuerzas armadas en la vida política española es una evidencia insoslayable para cualquiera que pretenda aproximarse a la historia contemporánea de nuestro país. Sin embargo, a pesar de lo ampliamente tratada que ha sido esta cuestión, todavía quedan espacios, coyunturas no bien iluminadas, en que la injerencia militar en nuestra vida pública ha pasado desapercibida o ha quedado tan difuminada que resulta difícilmente reconocible, al menos de primer intento. La dimisión de Salmerón de la Presidencia del Gobierno en los primeros días de septiembre de1873, el convulso año en que nació la Primera República española, constituye un buen ejemplo de esas coyunturas en que la autoría directa del Ejército en una crisis política queda en penumbra.

      La que ahora nos ocupa no se debe a las ambiciones políticas del espadón de turno, sino ‒y esto es bastante menos habitual en el siglo XIX‒ a la frustración que produjo en el cuerpo de oficiales su ineptitud para acabar con el conflicto carlista en 1873. La falta de medios y los estructurales desajustes y carencias del Ejército español lo sumieron en una profunda crisis operativa e, incluso, de identidad, que alcanzó su punto máximo durante aquel verano. Para superarla, la corporación castrense no supo encontrar más solución que la exigencia de completa libertad en la aplicación de las severidades de la Ordenanza sobre las sufridas espaldas de la tropa, ahora percibida como una masa peligrosamente díscola entregada a inquietantes propagandas. La presión que en ese sentido ejercieron los mandos intermedios sobre Salmerón fue decisiva en su dimisión y su relevo por Castelar, mucho más dúctil a las necesidades del cuerpo de oficiales. Por todo ello, no son necesarias explicaciones más o menos románticas que vinculen la retirada de Salmerón con el supuesto dilema moral que le produjo la necesidad de “firmar” penas de muerte. Sobre todo, porque, como veremos, durante su mandato no pudo ni autorizar ni indultar el cumplimiento de ninguna pena capital.   Finalmente, nos ha parecido útil mostrar cómo determinadas pautas en el planteamiento y resolución del conflicto objeto de este estudio se reiteran en otro sucedido algo más de treinta años después, en 1905 concretamente, protagonizado de nuevo por la mesocracia castrense.

    • English

      The recurrent interference of the armed forces in Spanish political life is an undeniable reality for anyone intending to approach the contemporary history of Spain. However, despite how extensively this issue has been tackled, it is still possible to shed light on some areas of public life where military interference has gone unnoticed or is so blurred as to be hardly identifiable at first sight. The resignation of Nicolás Salmerón from the presidency in the first days of September 1873 ―the convulsive year in which the First Spanish Republic was born― is a good example of those situations where the direct responsibility of the Army in a political crisis remains in the shadows.

      The issue referred to here was not due to the political ambitions of the occasional swordsman, but ―and this was considerably less common in the 19th century― to the frustration built up among the officer corps because of its inability to put an end to the Carlist conflict in 1873. The lack of resources and the Spanish Army's structural imbalances and deficiencies turned it into a profound operational and even identity crisis, which reached its peak during that summer. To overcome it, the military institution could not find other solution than to demand complete freedom in the application of the severities of its Ordinance on the suffering troops, now perceived as a dangerously disruptive mass susceptible to worrisome forms of propaganda. The subsequent pressure exerted on Salmerón by intermediate commanders was the key to his resignation and his replacement by Castelar, much more malleable to the officer corps' needs. Due to all these reasons, there is no need for more or less romantic explanations linking Salmerón's resignation with the supposed moral dilemma caused by the need to "sign" death sentences. Especially because, as shall be evidenced, he could neither authorize nor pardon the carrying out of any capital punishment during his term of office.

      Finally, it seems convenient to show how certain approach patterns are replicated in another conflict like the one object of this study that took place a little more than thirty years later, in 1905, again with the involvement of the military mesocracy.


Fundación Dialnet

Dialnet Plus

  • Más información sobre Dialnet Plus

Opciones de compartir

Opciones de entorno