Dos semanas después del accidente de la central nuclear soviética de Chernobyl, siguen sin conocerse con exactitud, dada la parquedad de las autoridades de Moscú a la hora de facilitar información, las causas, efectos y alcance real de la catástrofe. Mientras tanto los expertos occidentales intentan calibrar las proporciones del desastre para prevenir cualquier progresión de la nube radiactiva y tranquilizar, en la medida de lo posible, a una Europa dominada por el mítico y hasta ahora lejano "terror nuclear".
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