Una Administración que merezca el adjetivo de “pública” debe incorporar la construcción y garantía de los Dere- chos Humanos a su organización, recur- sos y propósito. De hecho, los Derechos Humanos se erigen en el pegamento o elemento conector entre ciudadanía, política y organización administrativa. La mirada de la derecha radical populista sobre la Administración y los Derechos Humanos, anclada en su fórmula ganadora (xenofo- bia, orientación autoritaria y conservadora en cuestiones de valores, y neoliberalismo en materia económica) permite extraer algunas conclusiones: preferencia por forta- lecer el nivel nacional de gobierno, lo que afecta al sistema de relaciones interguber- namentales; gestión nacional de los grandes procesos y amenazas globales, lo que se nutre de una desconfianza en las instituciones internacionales; un fortalecimiento de las políticas y áreas relacionadas con el orden interno y el freno a la inmigración ilegal;
un prejuicio negativo hacia la gestión pública de las políticas del bienestar, que se ven como caras y desmovilizadoras para la ciudadanía; una confianza desmedida en el mercado como instrumento para generar bienestar social; y, finalmente, una preferencia por la garantía pública de algunos derechos de carácter individual y un relativo desprecio de esa misma garantía para los derechos sociales.
An administration worthy of the adjec- tive “public” must incorporate the cons- truction and guarantee of Human Rights into its organization, resources, and purpose. In fact, Human Rights serve as the glue or connecting element between citizenship, politics, and administrative organization. The perspective of radical populist right-wing ideology regarding ad- ministration and Human Rights, anchored in its winning formula (xenophobia, authorita- rian and conservative orientation in values, and neoliberalism in economic matters), allows for several conclusions: first, there is a preference for strengthening the national level of government, impacting the system of intergovernmental relations; second, a national management of major global processes and threats, fueled by distrust in international institutions; third, a reinforce- ment of policies and areas related to internal order and the restriction of illegal immigration; fourth, a negative bias towards public management of welfare policies, seen as costly and demobilizing for the citizenry;
fifth, an excessive trust in the market as an instrument for generating social well-being;
and, finally, a preference for the public guarantee of some individual rights with a relative disregard for the guarantee of social rights.
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