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El Origen de la belleza

    1. [1] Universidad Complutense
  • Localización: Comunicación y hombre: Revista interdisciplinar de ciencias de la comunicación y humanidades, ISSN 1885-365X, Nº. 20, 2024 (Ejemplar dedicado a: Qué es la belleza en el siglo XXI), págs. 23-38
  • Idioma: español
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  • Resumen
    • Es llamativo que la Teoría de la Gestalt, cuyo concepto matriz es el de buena forma, no haya alumbrado una teoría de la belleza. Diríase que latiera en ello la confesión implícita de que, siendo indudable que la belleza requiere de la buena forma, la buena forma no basta para definir la belleza. ¿Qué más hace falta? ¿Y si, por otra parte, eso más que hace falta fuera, precisamente, la condición de la actuación de la buena forma como estructura central de la percepción visual? Ciertamente, la teoría de la gestalt define con elegancia nuestra relación perceptiva con las imágenes. Pero no determina su origen. Y ello porque, de acuerdo con su presupuesto kantiano, los mecanismos que reconoce son concebidos como formas a priori.

      ¿Debemos considerar entonces a la buena forma como un a priori innato de la percepción humana? Es posible que lo sea, como lo es en nuestra especie la capacidad para el lenguaje. Pero sabemos que, para que esta capacidad se realice, es necesario que el sujeto sea interpelado a través del lenguaje por sus semejantes. Cabe preguntarse entonces si existirá algo parecido en el campo de la buena forma.

      Por nuestra parte, pensamos que eso existe y que en ello reside el origen y el sentido de la buena forma y, antes que de ésta, de la belleza misma.

      Pero, para para poder argumentarlo, habremos de dar un considerable rodeo por la obra de Sigmund Freud


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