La tarea educativa es enormemente delicada, pues no podemos educar sin intercambiar continua y profundamente lo que hacemos. En la relación estudiantes-docente nadie crea ni logra, de una vez por todas, un ambiente sano y constructivo en el aula. Esa relación estudiante-profesor, construida día a día, es fruto de múltiples transacciones y de un intercambio prolongado con sus enfrentamientos y consensos.
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