Las reformas palaciales acometidas en el castillo de Morón de la Frontera tras su posesión desde del segundo conde de Ureña Juan Téllez de Girón y su progenitor el tercer conde Pedro Téllez-Girón y Velasco, abrieron las puertas a un periodo de ostentación nobiliaria previamente infundado mediante luchas internas entre política y monarquía, donde los señoríos salen beneficiados asumiendo grandes adjudicaciones y títulos. Consecuencia de ello, el castillo de Morón es transformado de fortaleza a residencia palaciega al floreciente gusto de la moda castellana, sumido en un programa constructivo sin precedentes marcado por una velocidad constructiva notable de la mano de un sistema laboral a destajo, dejando un amplio catálogo de signos lapidarios de identidad y asentamiento, que tras su estudio, son puestos en sincronía con diversas propuestas sobre el suministro de fábrica, sujetas hasta el momento en un solo foco. Tales canteras ya abordadas en anteriores trabajos, son puestas en revisión mediante el empleo de nuevas técnicas de análisis material, cartográfico e historiográfico, profundizando en el campo espacio-temporal dadas las nuevas fuentes de investigación y poniendo en cuestión las anteriores propuestas, planteando al menos, un posible nuevo foco de extracción.
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