Juegos Olímpicos, cumbres internacionales, visitas del papa: las metrópolis compiten por acoger los grandes eventos. Preocupadas por evitar incidentes, atentados y desórdenes públicos, las autoridades pulen la gestión de seguridad de las muchedumbres, una disciplina heredada del siglo anterior. Pero desde hace un tiempo esto consiste en restringir las libertades públicas y en organizar el espacio para que la masa fluya.
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