El derecho de huelga se ejerce en el marco de las leyes de los Estados que lo regulan. Pero su cabal ejercicio exige vigilancia por parte de los sindicatos, y a veces de los tribunales. La Organización Internacional del Trabajo, por su parte, lo defiende a una escala más amplia. A pesar de las contradicciones que la atraviesan. Porque la huelga sigue siendo un mecanismo imprescindible para la emancipación de los trabajadores.
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