El 15 de noviembre, el Tribunal Supremo británico censuró el proyecto del Gobierno de trasladar a Ruanda a los solicitantes de asilo. Viendo el ocaso de los conservadores, cuesta imaginar que hayan “recuperado el control”, como así prometían los partidarios de abandonar la Unión Europea. Si damos crédito a algunos sondeos de opinión, el estado de ánimo predominante sería de “Bregret”, arrepentimiento por el Brexit. ¿Debe concluirse, por ello, que ha redundado en un fracaso?
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