Mucho antes de convertirse en alcaide perpetuo de La Alhambra y en capitán general del Reino de Granada, el segundo conde de Tendilla destacó por su honorable hoja de servicio durante la última ofensiva de los Reyes Católicos al reino nazarita. Además de su prestigio militar y de su manifiesta capacidad diplomática, fue un hombre culto, refinado en sus gustos, amante del arte, ávido de conocimientos ÿ entusiasta bibliógrafo, que se interesó por la funcionalidad de la imprenta y por el libro impreso. Fue, en fin, un claro exponente de la corriente humanista que estaba revolucionando los tiempos.
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