Cada veinticuatro horas, ocho farmacéuticos españoles son víctimas de atracos o robos. Aunque las cifras de la policía hablan de un retroceso de este tipo de delincuencia, la verdad es bien otra: los farmacéuticos, por escepticismo respecto a la eficacia policial y judicial o por temor a las represalias de los delincuentes que les encañonan con pistolas o amenazan con navajas ya no denuncian, en un elevado porcentaje, estos hechos. Están resignados al miedo.
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