Madeleine Delbrêl redescubrió la fe cristiana en 1924, en pleno auge de la fama de santidad de Teresa de Lisieux. Atraída por el Carmelo, despliega la vocación de Teresa a ser la Caridad en el corazón de la Iglesia, al estar «en lo más profundo del mundo» junto a los pobres y los descreídos. Experimenta así con otras compañeras un «senderito» original para la santidad del laicado. Madeleine traduce en una sociedad secularizada su comprensión teresiana de la misión como profundidad y atracción por las periferias. Ambas mujeres responden a la llamada universal a la fraternidad que califica la catolicidad de la Iglesia.
Madeleine Delbrêl rediscovered the Christian faith in 1924, when the fame of Therese of Lisieux’s holiness was reaching its height. Feeling drawn to Carmel, Delbrel manifests in her own life Therese’s vocation to be love in the heart of the Church, by living “in the depths of the world” alongside the poor and unbelievers. She thus experiences with other companions an original “little path” toward sanctity for the laity. Delbrel brings to a secularized society a Teresian understanding of mission as a deepening of faith and an attraction to the peripheries. Both women responded to the universal call to fraternity that characterizes the catholicity of the Church.
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