En diciembre eran unos novatos. Ahora son los ‘malos’ de la clase. Ciudadanos logró convencer a sus socios europeos de su pacto de Gobierno en Andalucía con los votos de la ultraderecha. Ahora se está viendo obligado a desdecirse de sus compromisos para no perder Murcia y Madrid. Vox está haciendo un máster acelerado en política y ya ha aprendido a hacerse valer a costa de Albert Rivera y también de Pablo Casado, que necesita de la joven formación para acreditar un peso territorial imprescindible en sus batallas a izquierda y derecha. En medio de comentarios sobre distintas líneas estratégicas, una más dura de Rocío Monasterio y otra más pragmática de Santiago Abascal, el nuevo partido de ultraderecha se debate entre la intrascendencia de no tocar poder y el peligro de pasarse de frenada.
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