El presente trabajo tiene como objetivo explorar las dificultades que una exposición de arte inmersivo, como la reciente Sorolla a través de la luz, entraña para los visitantes con ceguera. Siendo la luz un aspecto tan visual de esta experiencia y un elemento central en las pinturas de Sorolla, resulta un verdadero desafío el crear accesibilidad para audiencias no videntes, forzando a los estudiosos y profesionales del campo a pensar en propuestas creativas y tecnológicas que no solo sean accesibles, sino inclusivas, y que desmitifiquen la vista como el único y principal sentido capaz de apreciar el arte. Las soluciones que se proponen en este artículo se centran en la percepción háptica y el sentido del tacto (aunque se apuntan, brevemente, recursos olfativos también); en particular, la incorporación de sensaciones térmicas y texturas que permitan transmitir el conjunto de emociones y sentimientos que los cuadros del pintor valenciano y, en especial, su luz provocan en aquellos que los contemplan. El resultado es un tipo de experiencia que se convierte en una aportación artística en sí misma, más que en mera accesibilidad.
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