El vínculo entre adolescentes y la biblioteca pública no es una entelequia. Este documento se centra en tres elementos esenciales (que se expanden) para conquistar esa relación: el espacio, el profesional especializado y el trabajo comunitario. Para el autor no existe un orden concreto para generar la relación entre el servicio y los adolescentes, sino que cada biblioteca tendrá que tener claro por dónde quiere empezar teniendo en cuenta que los tres elementos son imprescindibles. Espacios concretos, modulables, virtuales, etc., profesional especializado en esta franja de edad (12 a 18 años) y un trabajo comunitario imprescindible para llegar a conocerlos.El texto pretende generar muchas preguntas para reabrir un debate que, muchas veces, preferiríamos cerrado. ¿Qué hacemos con los adolescentes? y, sobre todo, ¿cómo nos relacionamos con ellos si ellos nos consideran boomers y nosotros viejóvenes?
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