Ella no habría querido ser considerada filósofa. Para Hildegarda de Bingen, que vivió en el siglo XII, la filosofía pretendía igualarse a la sabiduría, pero no podría conseguirlo, pues el ser humano posee una "razón creada" y limitada y la sapientia es privativa de Dios. Su figura y sus escritos han inspirado de manera especial al movimiento feminista, que encuentra en ella un referente de libertad y autoridad, y a una pionera en los campos de la literatura, la espiritualidad, la medicina y la música. A pesar de su importancia, no es tan reconocida entre un público más amplio.
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