Este artículo estudia la profunda relación entre las celebraciones familiares y el dinamismo sacramental que incluye la comensalía, el encuentro, la fiesta compartida y, de modo especial, la presencia de Cristo en medio de las familias. Se resalta, en primer lugar, el papel de las comidas y de los banquetes en la tradición neotestamentaria y su importancia en la consolidación ritual de los orígenes cristianos. Luego se analiza cómo las comidas son esenciales en la configuración de las identidades colectivas y se observa cómo la celebración de la presencia de Cristo, especialmente en Navidad, es esencial para el desarrollo pleno de la vida celebrativa tanto en desde ámbito doméstico como desde toda la comunidad eclesial.
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