La crisis sociopolítica, que comenzó en Nicaragua hace cinco años, ha llevado al fortalecimiento del control autoritario del régimen de Daniel Ortega y de su esposa Rosario Murillo como vicepresidenta. Desde entonces, han tejido una estrategia para mantenerse en el poder, silenciando cualquier atisbo de crítica: se han reprimido violentamente las masivas manifestaciones en contra del gobierno, se han acallado a las instituciones críticas, se han cerrado organizaciones de la sociedad civil y de la Iglesia católica y se ha perseguido, encarcelado y exiliado a los opositores políticos.
Ortega, un exguerrillero sandinista que derrocó al régimen de Anastasio Somoza en 1979, se ha convertido en un presidente que se autoperpetúa en el poder.
La situación de los derechos humanos en el país ha empeorado en los últimos años, con informes de violaciones de estos por parte de las autoridades nicaragüenses. Sin embargo, el mandatario ha calificado estas acusaciones como «inventos» dentro de una campaña de desprestigio internacional.
The socio-political crisis that began in Nicaragua five years ago has led to the strengthening of the authoritarian regime of Daniel Ortega and his wife/vice-president, Rosario Murillo. Over this period, they have woven a strategy to stay in power by silencing any hint of criticism: mass anti-government demonstrations have been violently repressed, critical institutions have been silenced, civil society and Catholic Church organisations have been shut down, and political opponents have been persecuted, imprisoned and exiled.
Ortega, a former Sandinista guerrilla who overthrew the Anastasio Somoza regime in 1979, has essentially installed himself as a president for life.
The human rights situation in the country has worsened in recent years, with reports of human rights violations perpetrated by the Nicaraguan authorities. However, the president has described these accusations as "inventions" – part of an international smear campaign.
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