El "peloteo" de letras de cambio y cheques iba camino de convertirse en España en deporte nacional. El ciudadano o la empresa desaprensiva podía hacer el agosto con el giro de cheques sin fondos pero, sobre todo, con el famoso va y viene de los protestos que nutre las arcas de los notarios y deja colgados al año miles de millones de pesetas. La letra de cambio, un documento que había nacido como instrumento de pago, se había acabado por convertir en un fabuloso y barato instrumento de crédito desprestigiado porque no lo cumplía nadie. La nueva Ley Cambiaria viene a poner coto a esos desmanes.
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