En su búsqueda de nuevos lugares para asentarse, los griegos llegaron a las costas de la península ibérica durante el Arcaísmo. Además de encontrar un lugar apto para los recursos que necesitaban, también necesitaron casarse con mujeres locales y pactar con la población local. La experiencia colonizadora, llena de peligros y de miedos hacia el otro, triunfaba solo cuando ambas partes encontraban un equilibrio. Tanto las fuentes clásicas como el registro arqueológico hablan de hibridismo y sociedades mixtas desde la primera generación.
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