La dirigencia de Buenos Aires buscó recuperar el dominio político del país perdido en Caseros. Logró derribar al Gobierno Nacional, tras lo cual envió expediciones militares para lograr la caída de las autoridades constitucionales en el Interior, obteniendo que las nuevas le delegaran facultades para reorganizar el Estado, repitiendo una práctica antes criticada. La violenciaempleada tuvo éxito y convirtieron al mandatario porteño Mitre en el árbitro de la situación argentina, no sin objeciones en el nuevo Congreso, y fracasando con el tiempo el sometimiento logrado.
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