El cauterio de Jesús te hace padecer. Pero te libra del deseo insaciable, si lo soportas valientemente. Si no lo soportas, te tratas injustamente a ti mismo. No acuses a tu hermano. Pero nosotros, olvidándonos de culparnos a nosotros mismos en la prueba, rechazamos el remedio ofrecido por Cristo, y como necios nos ponemos a tramar pensamientos contra los bienhechores”.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados