Madrid, España
A pesar de que desde la antigüedad hay referencias a los ácidos y las bases, nuestro conocimiento sobre estas especies fundamentales en química ha estado sujeto a permanente revisión. En este artículo pretendemos mostrar como la sinergia entre teoría y experimento, ha permitido comprobar como una serie de curiosos fenómenos de la química moderna, tienen su origen en las modificaciones que la distribución electrónica de ácidos y bases sufren cuando estos interaccionan entre sí. Mostraremos como este hallazgo abre la puerta a poder cambiar las propiedades intrínsecas de una substancia a través de estas interacciones, hasta el punto de que es posible hacer que una base fuerte se comporte como un ácido extrafuerte y viceversa, o entender por qué los clusters de oro, desde el dímero, son altamente reactivos, a pesar de que el oro es un metal inerte, o como es posible generar pares iónicos en fase gas, sin que los correspondientes iones estén estabilizados por un solvente, o como diseñar esponjas de aniones, de un modo similar a como, en el pasado siglo, fue posible diseñar esponjas de protones.
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