El título de esta nota me lo ha proporcionado el consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar. Lo ha exclamado en la presentación de los resultados trimestrales de su banco. Y La Vanguardia, siempre tan servicial con los poderes económicos, lo ha recogido en un titular. El daño presuntamente autoinfligido es el que provoca, según Gortázar, la permanencia del impuesto extraordinario a la banca incluido en el pacto programático para un posible gobierno de PSOE-Sumar. Siguiendo el comentario, el mal que provoca el impuesto es que reduce la competitividad, este tabú al que se debe enfrentar todo intento de regulación de la actividad económica.
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