Francia es el tercer mayor vendedor de armas del mundo, y si ocupa ese puesto no es por casualidad. Este comercio estuvo en el centro de las ambiciones de París de convertirse en una potencia militar independiente tanto de Estados Unidos como de la antigua Unión Soviética. Una estrategia que llevó a la administración del Estado a ponerse al servicio de la industria armamentística desde la década de 1960. A espaldas de todo control democrático y a riesgo de pisotear los derechos humanos.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados