La experiencia reciente ha demostrado que el modelo de empresa pública en España es especialmente débil en cuanto a la defensa de los intereses nacionales, y excesivamente fácil de adaptar a los intereses partidistas del gobierno de turno. Situaciones como la de Endesa, que, siendo una empresa pública estratégica en un ámbito tan sensible como la energía, ha terminado por ser una empresa secundaria de ENEL, del sector público de otro país (Italia) pone de manifiesto la inconsistencia de las ideologías neoliberales y la fragilidad de nuestro sistema público.
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