En este artículo, Julián Sánchez González propone una narrativa histórica pionera sobre el Primer Congreso Mundial de Brujería, celebrado en Bogotá en 1975 y organizado por el empresario, político y místico colombiano Simón González Restrepo. Sánchez analiza el valor simbólico del Salón de Arte Brujo, una exposición de arte a gran escala organizada por María Teresa Guerrero en el marco del Congreso. El argumento se adentra en la obra de los artistas Feliza Bursztyn y Luis Durier para dar cuenta de la transversalidad de las espiritualidades alternativas en el arte colombiano de los años setenta.
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