Un día el escritor Miguel Fernández Braso, en un rapto intermedio entre el servilismo y el humor negro, publicó en Planeta unas celebradas Conversaciones con Alfonso Guerra que demostraron los tremendos vacíos culturales del entrevistado, aunque contenían una profunda tesis verídica: "Este señor de Sevilla no es un vicepresidente normal, entiéndaseme bien". Todos lo entendimos muy bien.
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