Carlos Enrique Álvarez Calderón
La autonomía del Estado-nación nunca ha sido del todo completa. En efecto, los Estados nacionales han estado expuestos a influencias internacionales, incluso antes de que el actual proceso de globalización cobrase impulso hacia finales del siglo XIX. Con base en la percepción de algunos académicos frente a la fragilidad del papel Estatal en las relaciones internacionales, han emanado nuevos planteamientos que buscan explicar hacia donde podría estar dirigiéndose la actual transición del Sistema Internacional contemporáneo, elevando entre otras, interrogantes como ¿de qué manera el proceso de globalización y la proliferación de actores no estatales conducirán al declive, e incluso a la desaparición, de los Estados nacionales? Pues bien, este artículo de reflexión reconoce que si bien la competencia de fuerzas entre Estados y actores no estatales se ha modificado en estos últimos veinte años, no lo ha hecho hasta el punto de que implique un “cambio de dirección” del mundo, como algunos se atreverían a asegurar; por el contrario, sostiene que lejos de hacer que el Estado se repliegue, los actores no estatales tienden a fortalecerlo. Si bien el Estado ya no posee el monopolio “absoluto” de las relaciones exteriores, aún se constituye como el principal actor del Sistema Internacional, que además de conservar la función tradicional de la seguridad y la defensa, también mantiene otros privilegios, como la representación de la identidad nacional, la preservación de los equilibrios geopolíticos, la defensa de los valores comunes y la misma adaptación al medio ambiente internacional.
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