Valoración del jurado: Mediante una sagaz estrategia espacial y material, ya ensayada con anterioridad en edificios de distinta índole, el estudio EMBT se acerca a lo espiritual con un resultado de altísimo nivel. La implantación, los recorridos, el uso de la luz y el impecable diseño del mobiliario logran un eficaz equilibrio entre lo doméstico y lo público, lo particular y lo monumental, hasta conseguir un conjunto capaz de convivir entre ambas escalas.
La naturaleza está presente en todas las facetas de este proyecto. Desde el exterior se aprecia un ligero edificio de formas orgánicas, rodeado de una escueta arboleda, que se accede desde dos rutas laterales que conducen a una plaza de diseño naturalístico delante de la iglesia y que actúa como punto de encuentro y simboliza el centro de dos grandes brazos abriéndose a la comunidad.
La iglesia sorprende con su ligera cubierta suspendida, con su silueta ondulada forrada de cobre, inspirada en las formas aéreas y monumentales de un globo aerostático.
Las fachadas juegan con enlucido y ladrillo visto colocados según diferentes disposiciones a medida, con un diseño de tres puntos que remite al Palazzo dei Diamanti de Ferrara, una obra maestra del renacimiento. El acceso al templo se realiza a través de un gran portón de madera, un material natural fundamental que está muy presente en el proyecto; tanto en la cubierta como en el mobiliario y en la carpintería, y que dibuja formas de árboles.
En el centro de la iglesia el altar es el protagonista. Situado en un presbiterio circular, el altar es también el punto alrededor del cual se organiza la sala y la capilla lateral así como el baptisterio y los espacios anexos. El techo abovedado de madera, que alude a las naves de las iglesias medievales, se ha organizado de forma radial alrededor de un anillo de luz que rodea un baldaquín suspendido, cuya forma se asemeja a la concha de Santiago. El lucernario central permite que la luz caiga sobre la zona del altar, cambiando su efecto a lo largo del día.
Una gran cruz de vigas de madera sobrevuela toda la nave, con gran fuerza simbólica. La cruz se construyó a partir de algunas maderas que originalmente se encontraban en el viejo ayuntamiento de Ferrara y que fueron recuperadas especialmente para la iglesia. Se decidió no restaurarlas para que pudieran transmitir todo su simbolismo primordial a través de su antiguo y humilde material.
La inspiración en la naturaleza también es visible en el altar, realizado con un bloque de piedra blanca de Trani que se ha dejado casi sin tratar. Solo en la superficie de la celebración se han tallado cuatro pequeñas cruces en cada esquina, con un cajón secreto donde se guarda una reliquia. Los laterales de piedra rústica recuerdan los momentos más primitivos de la Iglesia, cuando la misa se celebraba con objetos encontrados y donde el símbolo adquiría aún mayor importancia.
El mobiliario del presbiterio se construyó a medida en madera laminada, obtenida a partir de la combinación de diferentes tipos de madera que se materializan en formas simples, orgánicas y al mismo tiempo esculturales. La madera contrasta con el hormigón en bruto y la piedra de las paredes y el suelo, creando un hilo en común entre los objetos. La sala se organiza en forma semicircular alrededor de una hilera de asientos curvos, permitiendo una mayor proximidad al altar y entre los fieles, lo que favorece una celebración colectiva.
El instrumento iconográfico de los objetos artísticos, encargados al artista italiano Enzo Cucchi, se concibe como un conjunto orgánico que se despliega en el espacio de la iglesia. Cucchi, asistido por Roberto Tagliarini en la interpretación litúrgica, ha colocado grandes cruces en piedra serena en cada una de las paredes de la iglesia y el baptisterio. Se instalaron piezas de cerámica negra en cada uno de ellas, obtenidas del laboratorio cerámico Studio D’Arte Gaeta, en las que los dibujos de Cucchi representando momentos del Antiguo y Nuevo Testamento destacan en bajorrelieve. El hormigón visto queda resaltado por la presencia solemne de la piedra serena.
Como retablo se ha instalado una cruz romana en piedra serena, inspirada en la cruz de gemas, utilizada en los primeros tiempos de la Iglesia, rodeada de centelleantes trozos de cerámica de colores que simbolizan estrellas y planetas, santos, ángeles y figuras sagradas del cristianismo.
En ambos lados de la cruz hay un altar de madera que contiene las reliquias del apóstol Santiago y un nicho con la estatua de madera de la virgen María que data del siglo XVII, encontrada en la iglesia clausurada de la Santa Trinidad. La vieja fuente bautismal fue donada por la familia Tagliabue y procede de una iglesia abandonada en las cercanías de Bergamo.
El interior se ilumina mediante luminarias suspendidas de delgados listones de madera, conformando pequeñas bóvedas que irradian luz, creando poéticas geometrías y angélicos reflejos. Diseñadas por Benedetta Tagliabue, fueron confeccionadas por el fabricante Barcelonés Bover.
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