Resumen de Can Santacilia. Barcelona. España
Valoración del jurado: Se valora la inserción de un nuevo programa doméstico en dos palacios del casco histórico. Una transformación justificada por los cambios sociales y en las viviendas contemporáneas, que, a pesar de la dificultad espacial, resuelve de forma coherente los interiores de las viviendas y los espacios comunitarios. Se resalta la capacidad de resolución de una propuesta compleja que compagina el programa previsto, la diagnosis viva y el respeto por la memoria histórica.
Can Santacilia es un proyecto residencial de 3.300m² que contiene quince viviendas. La actuación parte del análisis de las modificaciones que sufrieron a lo largo del tiempo dos edificios situados en el corazón del casco antiguo de Palma, registrados en los archivos de la ciudad en 1576 con el nombre de Can Santacilia. El objetivo era poner en valor los principales elementos arquitectónicos de las distintas etapas.
La complejidad de los edificios protegidos, con una fachada del siglo XVII, se aprovecha para generar viviendas con distribuciones y soluciones individualizadas. La singularidad del proyecto está basada en destacar la esencia histórica, combinada con el compromiso de actualizar el conjunto acorde a un estilo de vida contemporáneo.
El edificio estaba abandonado y en muy mal estado, con algunas partes a punto de derrumbarse, mientras que las más aptas no reunían las condiciones de habitabilidad más básicas. Se cambió y reorganizó la distribución, se añadieron nuevos tabiques y distribuciones para dar cabida a la propuesta de viviendas y se requirieron nuevas instalaciones para adaptar las viviendas a los requerimientos contemporáneos de confort y eficiencia energética.
El proyecto conserva los elementos originales que hacen único al edificio, como las balaustradas de hierro forjado, las columnas de piedra, el patio tradicional y un artesonado de madera que se descubrió durante la restauración.
Tras una profunda búsqueda, se descubrió que el patio había sido alterado en el siglo XX, con un muro blanco para ocultar una zona de aparcamiento. Basándose en los tradicionales patios mallorquines, se recupera este espacio para devolverle el aspecto que podría haber tenido a principios del barroco.
En el interior, las zonas comunes de ambos edificios están conectadas por una pasarela de roble situada a unos 90cm del trispol. La pasarela está diseñada para que los usuarios la recorran mientras descubren algunos de los elementos históricos clave del edificio, como si visitaran un museo o un enclave histórico, con elementos como una chimenea, un arco de piedra, un pavimento de baldosas y rosetones de escayola en el techo.
Las intervenciones arquitectónicas se realizaron utilizando una paleta de materiales que las separa claramente de la estructura existente, con formas y materiales contemporáneos que no imitan ni ocultan a los antiguos.
El contraste entre lo antiguo y lo nuevo también es evidente en los apartamentos, algunos de los cuales presentan modernos volúmenes con espejos utilizados para compartimentar los espacios existentes mientras mantienen sus proporciones generales.
Uno de los recursos más utilizados son las “cajas espejo”, que nunca llegan hasta el techo, lo que garantiza que la construcción original de vigas de madera o las molduras decorativas permanezcan visibles e ininterrumpidas.
Uno de los descubrimientos más sorprendentes al desmontar los deteriorados interiores fue un artesonado medieval de madera pintada, sostenido por un pilar central de piedra. Este hallazgo motivó el rediseño de gran parte del proyecto, incluidos seis de los 15 apartamentos, con el fin de preservar la integridad del artesonado e incorporarlo a uno de los espacios habitables.
La paleta de colores utilizada en todos los espacios públicos y privados favorece a los materiales naturales y locales, elegidos para resaltar la historia del edificio y su carácter mediterráneo. Los elementos estructurales de piedra y madera se han combinado con molduras de yeso y madera, revestimientos de mortero y cal y suelos en acabados de cerámica y madera. Los detalles en piedra local, bronce, porcelana y textiles como lino y algodón locales realzan el carácter de los espacios interiores.
