La sucesión de ambientes dilatados y comprimidos, por lo que se refiere a su diseño arquitectónico, protagoniza el sistema organizativo en planta de este interesante restaurante madrileño sito en el barrio de Chamberí.
El restaurante Chido se ubica en Madrid, en el barrio de Chamberí. El proyecto se desarrolla en un local de 300m2, con 180m² dedicados al público en la planta baja de un edificio protegido del año 1925. Dicha planta se desarrolla sobre un eje longitudinal y origina un recorrido marcado desde la entrada hasta el último de los salones.
La intervención en el local inserta un sistema organizativo basado en la concatenación de espacios. El restaurante queda segmentado en 5 ambientes consecutivos y alterna dos tipos de volúmenes con cualidades muy definidas. El primer tipo de espacio contiene ambientes más comprimidos, donde se busca la máxima respuesta por medio de alicatados 10x10 y juegos de espejos que diluyen los límites de las estancias. El segundo tipo abarca ambientes más dilatados, con salones recubiertos de resinas cementosas y recortes a un techo técnico visto lacado en negro que funciona por contraste.
Las transiciones entre ellos originan las embocaduras o pasos, que resuelven estos encuentros y adquieren su propio carácter relieves curvos y textura rugosa.
La continuidad entre los espacios se establece mediante una cota constante, situada a la +2.50, que establece una relación con la parte superior del local por antítesis.
En los ambientes comprimidos, la elección de elementos verticales y el techo espejado alteran la percepción de la dimensión real de un espacio con altura reducida. Neones verticales, espejos de suelo a techo y alicatados con acabado brillo apoyan también el eje z para alterar dicha percepción.
En los ambientes dilatados, un recorte a un techo técnico heredado, recubierto por una textura de vermiculita pintada de negro, se contrapone a los salones de resinas cementosas en tono beige. Toda instalación queda recogida y descuelga bajo el techo técnico en color negro. El mobiliario de los salones rompe con el tono beige mediante maderas de roble, superficies de mármol y tapizados estampados.
Funcionando de forma transversal a los espacios, se distribuyen una serie de objetos construidos en cerrajería, fijos y reconocibles por características comunes. Una barra y dos grandes mesas, una para el reservado y otra como unión entre salones, revelan el protagonismo del plano horizontal. Estas superficies horizontales se tallan en mármol negro, mientras que todo plano vertical es recubierto con lámina de espejo para pasar inadvertido. Las uniones entre horizontal y vertical se completan con un led oculto que resalta su protagonismo entre los salones.
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