La religión amarniense ha recibido numerosas interpretaciones, muchas de ellas resaltando sus diferencias con la tradicional religión egipcia. El presente trabajo pretende mostrar, a grandes rasgos, que la religión de Ajenatón no fue monoteísta y que en líneas generales no fue tan diferente de la religión existente en Egipto desde su prehistoria, siendo su intención servir a la realeza para recuperar modelos anteriores en los que el poder de la misma era prácticamente absoluto. La principal consecuencia de esta religión fue, paradójicamente, lo opuesto a lo que buscaba, debilitándose aún más el poder del rey en la XX dinastía y favoreciendo el desarrollo de la llamada piedad personal. (A.)
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