El pasado mes de julio se abrió al público –por fin– la Galería de las Colecciones Reales. La práctica totalidad de las piezas expuestas han sido trasladadas allí desde el Palacio Real y otros Reales Sitios. Sólo una no necesitó de ningún traslado, porque ya se encontraba en ese mismo emplazamiento desde hacía casi doce siglos: un imponente tramo de nuestra muralla islámica. En la presentación oficial de esos restos, los responsables de Patrimonio Nacional se han deshecho en halagos hacia esas piedras venerables, pero aventurando unas valoraciones cuando menos discutibles y, sobre todo, ocultando que lo que nos muestran tras una vitrina no es sino una mínima parte del total allí encontrado...
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