En este otoño de la libertad Rumanía se transformó en la conciencia ensangrentada de Europa. Después de la caída del muro y la liberación de los países del Este de la dictadura comunista, mientras se abría el proceso a Lenin y a Marx, el telón de acero se había replegado a las fronteras rumanas, último reducto en Europa de la ortodoxia marxista-leninista.
Durante más de cuarenta años de régimen comunista Rumanía se había transformado en un vasto campo de concentración con 23 millones de detenidos, rehenes dentro de su propio país.
La sangrienta masacre del diciembre pasado en Rumanía ha sido solamente una muestra de un lento genocidio físico y cultural perpetrado durante todo este tiempo. Sin embargo, se ha roto espectacularmente el muro del silencio impuesto por el terror y la fuerza, que había camuflado durante decenios la trágica situación en este país transformado en la tierra de "los muertos vivientes".
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