Aquellos que hasta antes de ayer proclamaban a los cuatro vientos adhesiones y fe ciega en la utopía igualitaria, hoy no contestan o no saben bien cómo explicar mínimamente el evidente fracaso de las economías planificadas de la Europa oriental, y las increíbles y vertiginosas transformaciones producidas de un tiempo a esta parte.
Ante este claro "fuera de juego mental" había, pues, que encontrar una salida rápida y eficaz, y se recurrió al recurso socorrido y simplón de "meter a todos en el mismo saco": acabar de un plumazo con la historia o con las ideologías.
Ahora sólo falta que al final de las utopías se nos añada, también, el fin de los tiempos.
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