Cuando se medita de verdad es cuando se está de vacaciones. Mira, mi tendencia en las vacaciones es al aburrimiento. Si estás delante del mar, su infinidad no te deslumbra, porque no ves nada detrás del horizonte. El paisaje es muy monótono. Si estás en las montañas -arriba o en el valle- el firmamento te corta también los espacios, y como la imaginación va siempre más allá de lo que ves, el espacio resulta corto aunque sea grandioso. Entonces no hay otro remedio que leer lo que se pueda, y meditar largamente.
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