Néstor Horacio Cecchi, Fabricio Oyarbide
Para aquellos que venimos transitando por la universidad pública desde hace décadas resulta inocultable una clara tendencia en la mayoría de nuestras instituciones a repensar sus sentidos, sus misiones, sus funciones, en suma: su deber ser. En estos tiempos y estos contextos en que se visibilizan con absoluta claridad las profundas desigualdades, estas tendencias a construir nuevos significados adquieren una relevancia particular. Entendemos que las universidades públicas en el ejercicio de su autonomía y como integrantes del Estado, deben asumir un papel protagónico con un aporte que contribuya a garantizar derechos, en particular, de los sectores subalternizados. Ese posicionamiento crítico resulta ineludible para consolidar el compromiso social de nuestras instituciones de educación superior. Esta imperiosa intención transformadora cuenta con antecedentes valiosos. En este sentido advertimos que tanto en Argentina como en algunos de los países de la Región se reproducen desde hace algunos años tendencias a consolidar, sistematizar, institucionalizar procesos de articulación emancipadora en sus relaciones con el territorio, las organizaciones y movimientos sociales, muchas de ellas, a través de procesos de curricularización en sus diferentes acepciones. Estas experiencias, disímiles por cierto, encuentran la necesidad de afincarse, de institucionalizarse a través de diversas conformaciones que en algunos casos confluyen en Prácticas Sociales Educativas o denominaciones similares, con formatos distintos, singulares, pero con sentidos también diferentes. Es por eso que nos proponemos desplegar, analizar,visibilizar algunas de las características salientes de estos procesos, las normativas sus singularidades, similitudes, la multiplicidad de sus sentidos, en suma sus metáforas.
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