Todos aseguran que miles de veces, a lo largo de sus años de adicción, se juraron a sí mismos, con la jeringuilla en la mano, que ese sería el último "pico". Pero el "caballo" es un pozo sin fondo del que nadie intenta salir hasta que no se ve, realmente, en las últimas. En este momento, en España, hay unos dos mil toxicómanos que han optado por dejar la calle, aislarse del infierno en el que vivían e intentar rehacer sus vidas, destrozadas por la esclavitud, la soledad, la delincuencia, la hepatitis y el miedo.
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