Alejandro Huereca, Sergio Manuel Salcedo-Martínez, Marco A. Alvarado, Sergio Moreno-Limón
En este artículo se abordan los líquenes, que tradicionalmente son consideradas asociaciones entre un hongo y una o varias algas. En ellas, cada simbionte se beneficia del otro obteniendo nutrientes o protección. La asociación causa un cambio morfofisiológico donde el líquen adquiere una forma diferente al hongo o al alga y nuevas capacidades de síntesis, mejorando con ello sus capacidades adaptativa y competitiva. Existen alrededor de 13,500 especies de líquenes, el nombre de la especie del liquen lo recibe del hongo que participa en la asociación. México cuenta con 2500 especies registradas. La diversidad liquénica obedece a una radiación adaptativa a casi todo tipo de sustratos, desde suelo, rocas, cortezas o carapachos de tortugas, hasta estructuras hechas por el hombre. Los líquenes se identifican tradicionalmente por la consistencia y anatomía de su cuerpo o talo, de modo que los hay homómeros (gelatinosos) y heterómeros; la forma del talo, teniendo bajo este criterio costrosos, foliosos y fruticosos y por poseer ciertas estructuraspeculiares que sirven para la fijación al sustrato, para la reproducción asexual o la reproducción sexual. También la presencia de sustancias liquénicas, que se revelan mediante reacciones químicas es diagnóstica de las especies. La importancia biológica de los líquenes radica en que son organismos pioneros en el establecimiento de la cobertura vegetal del suelo y una vez formado, los cianolíquenes lo fertilizan atrapando el nitrógeno atmosférico y cambiándolo de su forma inerte a otra reactiva biodisponible, además, la presencia de líquenes sirve de refugio y alimento a una gran diversidad de fauna. Por otra parte, en diversas culturas los líquenes son consumidos como gelatinas, pan, bebidas, ensaladas o se han utilizado como fuente de colorantes naturales o remedios medicinales. Existen más de 700 sustancias liquénicas, que poseen actividades antineoplásicas, antibióticas, antivirales, antioxidantes y como filtros solares. Su lento crecimiento se ha empleado para fechar la edad de estructuras o formaciones rocosas y la susceptibilidad a la contaminación atmosférica ha permitido usarlos como indicadores de la calidad del aire en áreas urbanas, pero estas útiles características también ponen en riesgo de desaparición a estos bellos seres poco conocidos.
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