Lema clásico y principio básico para mantener cualquier negocio en el tiempo.
Exceptuando aquellos pocos privilegiados, colaboradores imprescindibles en montajes cuasi vitalicios, léase notarías, farmacias, curas y algunos otros que escapan ahora a mi memoria (¿será autocensura?), los comerciantes necesitan pensar constantemente en las novedades y cómo afrontar los nuevos tiempos para sobrevivir con dignidad.
En los últimos lustros han desaparecido muchos oficios de corte artesanal, o bien han quedado reducidos a unos pocos profesionales al servicio de la élite. Caso de sastres, camiseros, zapateros (de los que hacen zapatos, no de esos dependientes de gran superficie), emplomadores (vidrio), ebanistas, restauradores…
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