Resumen de Beirut, la ley del Kalashnikov: ÉPOCA en el corazón del chiismo libanés
El tiroteo acaba de empezar. A medida que pasan los minutos, las ráfagas de ametralladora, los disparos de armas automáticas, las explosiones de granadas se van haciendo más frecuentes. Un hombre, que empuña un fusil, sale corriendo de una casa poniéndose una camisa y abrochándose los pantalones. No quiere llegar tarde a la guerra. El "hall" del Hotel Cavalier es un hervidero de periodistas. Uno pregunta los motivos del actual enfrentamiento entre drusos y chiitas. Otro responde socarrón: "Ah, ¿es que ahora hacen falta motivos?". Intento llegar hasta el Ministerio de Información. Se está combatiendo muy cerca de allí. Espero un par de minutos y sigo. Desde una esquina un miliciano gesticulante grita para que me pegue a la pared. Cuando me dedico a atravesar la calle oigo sus gritos para que cruce a la carrera. Ya en el edificio escucho la explosión de una granada. Me asomo a la ventana. El encargado del télex me advierte, visiblemente enojado, que si no me protejo en el interior elude toda responsabilidad sobre lo que pueda ocurrir. "Pero, ¿qué se ha creído? Esto es Beirut.
