¿Quién podía imaginar en 1973 que Augusto Pinochet, verdugo de la democracia chilena, comparecería algún día ante un tribunal? Gracias a la tenacidad de un magistrado español de la Audiencia Nacional y a la determinación de los defensores de los derechos humanos, se impartió justicia. Esta es la narración del magistrado que fue capaz de resistir las numerosas presiones para llevar a buen puerto este extraordinario proceso.
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