Javier Rupérez tiene ya una biografía resonante. Es vicepresidente del Partido Demócrata Popular -los democristianos- y la síntesis de sus altas funciones es ésta. Es diplomático, fue nombrado embajador ante aquella célebre Conferencia de Seguridad y Cooperación que se celebró en Madrid, durante una larga temporada, y en la que al final se tiraron los trastos a la cabeza, en dos discursos agresivos, Gromiko y Schultz.
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